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sábado, 18 de abril de 2015

Virgen de La Providencia (Gijón)

El cuélebre es el macho de la culebra, capaz de alcanzar un asombroso tamaño, y hasta le crecen alas para permitirle volar hacia el mar, donde se dedicará a cuidar de grandiosos tesoros. Esta criatura semejante a un dragón ha sido la pesadilla durante siglos de pescadores y ganaderos, pues devoraba la pesca y el ganado hasta que algún valiente le plantaba cara enfrentándose a él, convirtiéndose en leyenda para la posteridad. El cuélebre de esta historia hacía imposible la vida  a los pescadores de la villa gijonesa y de sus alrededores, destrozando, barcas, redes, provocando muertes y pesadillas. Su madriguera se encontraba en una cueva situada a los pies de la isla de La Tortuga, una porción de roca apodada con este nombre por su curiosa forma, localizada aún a día de hoy en la parte baja del acantilado de La Providencia. Los vecinos acudieron a solicitar la ayuda de un ermitaño que se llamaba Gorín, que aceptó el reto a cambio de alimentos durante el resto de su vida. Solicitó a una joven para su empresa que resultó ser una quinceañera de nombre Juana, y juntos se dirigieron a la cueva del cuélebre. Cuando la bestia asomó la cabeza Gorín le lanzó la faja que Juana portaba en su cintura a la cabeza, paralizándolo al instante. El ermitaño penetró entonces en el interior de la cueva, encontrando un tesoro que custodiaba la serpiente gigante. El ermitaño vivió para siempre en la cueva del cuélebre de la isla de la Tortuga, alimentado por los víveres otorgados por los pescadores. Sobre la cueva se erigió un pequeño templo, que fue el primero de la Providencia. La primera ermita desaparece con la muerte del ermitaño.


 A mediados del siglo XIX se construyó una segunda ermita, dedicada a San Lorenzo, mismo nombre del cabo donde se encuentra el barrio de la Providencia. Este segundo templo sufre un incendio a finales del mismo siglo, pero es reinaugurada en 1898 y es destruido finalmente en 1936, a causa de las revueltas de la Guerra Civil.

 El 26 de mayo de 1946 comienza el funcionamiento de la tercera y actual ermita con el nombre dedicado a La Providencia y que también poseyó la primera talla donada a la segunda ermita por parte de un romero.

La actual posee una tez completamente negra que sorprende al visitante, recordando el culto primigenio a la Madre Tierra, el de la diosa Isis en Egipto o la posible relación que plantea el color negro de las imágenes de la Virgen con la Orden del Temple.


Las personas más creyentes realizan peregrinaciones hacia el templo, ascendiendo el camino que conduce desde el paseo marítimo de Gijón al cabo San Lorenzo Los milagros y sucesos extraños envuelven desde siempre en el cabo de San Lorenzo, y en correspondencia al barrio de La Providencia. Los exvotos del interior de la capilla consistentes en figuras de miembros, muñecos, fotografías, trozos de tela y cartas, se cuentan por cientos y resultan un testimonio indiscutible de las peticiones y milagros concedidos por la fe.

 Mucha gente que pasea por los caminos y sendas que bordean el cabo advierte que toda esta zona parece estar cargada de una energía sutil muy beneficiosa para la salud. Tal vez estemos ante una zona telúrica, donde emergen energías importantes del interior de la tierra, que el hombre antiguo supo identificar y que los hombres de la actualidad parecen haber olvidado…


Fuente: Lugares mágicos de Asturias... De David Madrazo