About

domingo, 19 de abril de 2015

El tejo (árbol sagrado para los asturianos)

Dentro de los árboles asturianos más representativos (el roble, el castaño, el haya…) el tejo es el árbol mágico a cuya sombra se invocaba a los dioses y se realizaban los rituales sagrados.

   El tejo es el árbol sagrado del druidismo y muchos objetos de culto eran fabricados con madera de tejo, ya fueran tablillas  de maldición o la famosa vara druida.

      Son más característicos  en nuestra región los tejos plantados delante de las iglesias rurales, lo cual las reviste de mayor misterio, construidas en lugares donde se reunían las personas para representar sus creencias  y tradiciones más trascendentales, por lo que esos tejos son, en muchos casos, anteriores a las iglesias.

El tejo  es un árbol mágico para los asturianos desde  épocas prehistóricas, cuando los astures utilizaban sus hojas para envenenarse y evitar de esta forma la esclavitud, ya que poseen un alcaloide llamado taxina, que tiene una gran toxicidad

 Según relataba el historiador  romano Floro hace 20 siglos: “Cuando los barbaros se ven reducidos a extrema necesidad, en medio de un festín, se dan muerte con el fuego, la espada y el veneno que allí acostumbran a extraer de los tejos. Así la mayor parte se libró de la cautividad que parecía más dura que la muerte a quienes hasta entonces no habían sido sojuzgados”

      Posteriormente el tejo aparece como elemento importante en los escenarios mágicos descritos en numerosos textos mitológicos asturianos.

      El tejo es un árbol de talla mediana hasta veinte metros de altura, de un color pardo grisáceo que suele tener ramas casi a ras del suelo, largo y cubierto de hojas finas, que le dan un aspecto algo descuidado y fantasmal.

Es una especie protegida en todo el territorio asturiano

     Varios tejos han sido declarados como monumento natural…. Como el de Santa Coloma y el de en Allande , el de Santibañez de la Fuente de Aller, el de Salas y el Teixu de Bermiego  de Quirós…

Fuente "Historia de Asturias" de Enrique Campomanes